martes, 28 de febrero de 2012

Requiem por MORGANA

No sé cuando nació, ni cuantos años tenía. Llegó una mañana, hace dos años, con sus dos hijos Coco y Nova, además de una familia de loritos... Sus amos, un matrimonio con una niña de diez años, la adoraban... Llegaron desde Madrid, a mi querida Palma de Mallorca, parecían la familia perfecta. Todo amor y armonía... Duró poco la bonanza, al año comenzaron a desaparecer las aves, y al otro, recién cumplidos sus doce años, los padres tuvi
eron una monumental trifulca, aparentemente causada por el Facebook... Se separaron... Y la madre regresó, con su desconsolada hija, a la capital española. Morgana, fue castrada, antes de llegar a esta casa, y Coco también, pero Nova no... Ya no eran tres, sino trece, los gatos que abandonaron a su suerte, cuatro de ellos: Morgana, Coco, Ponpón, y Siam, ¡quedaron encerrados en la casa sin comida ni agua !... Lo supe por un vecino que oía como rascaban las paredes y los muebles con sus pequeñas garras... Pedí ayuda a mucha gente para sacarlos de ahí,, me contestaban que los dejara morir, que seguramente ya no vivían, que ya no se podía hacer nada... Seguí buscando... ¡Por fin! Cuando ya estaba dispuesta a romper la puerta o una ventana bajo mi propia responsabilidad, me llamó Olga Coego, de Baldeas, (una ONG dedicada a liberar mascotas de los mataderos y buscarles hogares en adopción), y la tarde de Navidad 2011, consiguió a través del Juzgado de guardia, que apareciera una amiga de los ex inquilinos, con la llave, y pudimos liberarlos, había un cadaver un pequeñín de Nova, que no devoraron, a pesar de su prolongado ayuno... A pesar de la gravedad de su situación, Morgana salió elegantemente despacio, con su larga cola arriba y su blanco inmaculado, seguida de su hijo y nietos. Tenían la cara muy magullada, lo que me hizo suponer que se habían alimentado del yeso de las paredes... Nunca sabré como pudieron sobrevivir, sin comerse el cachorro de cinco meses, pero la casa estaba destrozada, todo rayado, los muebles y suelo llenos de excrementos y orina, el ambiente era irrespirable... Después de recuerar su libertad, tres familias quisieron adoptar a tan bella felina, una familia alemana, donde hubiera estado magnificamente bien tratada, una vecina de un edificio frontal a la siniestrada, y la mía, en el mismo lado de la calle... Sucedió lo inaudito, ella, tan mansa, tan dulce, tan casera, ¡no se dejó coger! De ninguna manera, se quedó en la calle frente a la que había sido su morada. En varias ocasiones, entro ella sola en mi casa varias veces, pero al ver que se cerraba la puerta, se desquició, llegando a agredir a una mujer que la sostenía en brazos en aquel momento, con la que tuvimos que ir a urgencias y permanecer en tratamiento una semana... Para colmo, al dejar de esta forma, la vivienda, llegó la propietaria muy molesta, cargando contra mí, porque los alimentaba. Echaron de malas formas a los pequeños ocupas, cada vez que se acercaban a su hogar, sus camitas, sus rincones de descanso, recibían malos tratos, hasta que dejaron de intentarlo. También echaron muy bruscamente a otra familia de gatos, de un solar vacío colindante a la casa, Unos veinte gatos, pasaron de tener un lugar tranquilo y seguro a quedar de repente en medio de la calle esquivando los vehículos, que sabiendo sus conductores que es una entrada estrecha, de una calle en la que a menudo juegan niños pequeños, entran a velocidades no permitidas y los atropellan, dejándolo malheridos en la calzada, a riesgo de ser nuevamente atropellados... Incluso llamaron a la empresa de limpieza municipal que acudieron con jaulas trampa, en las que los más pequeñitos, más indefensos y los más mansos, cayeron presos con dirección a las cámaras de gas y los crematorios, donde a veces son lanzados aún vivos. Afortunadamente lograron escabullirse Morgana, Nova y MacQueen, este último la última pareja de Nova, padre del cadaver. Esta mañana a las ocho, cuando salía a mi paseo matutino, la he visto, yacía en el suelo, junto al automóvil de un vecino de ellos, que tiene mucha fobia a los gatos, y a mi, por defender-los... No parecía atropellada por ningún vehículo, solo un hilo de sangre y un raro rictus en su boca, con la lengua fuera, sin heridas, ninguna huella de neumático... Nunca sabré porque murió, pero su aspecto me hace pensar en un asesinato. De los trece gatos, que formaban la familia Morgana quedan solo tres y de los otros siete del solar, solo uno. Sé que nunca olvidaré su bella y elegante silueta paseando con la cola extendida y frotando su cabeza contra mis piernas, y ya la estoy añorando.

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